La hiperconectividad, ¿pandemia zombi?
Son legión. Cada vez es más frecuente encontrarnos con personas caminando por la calle, esperando un autobús, haciendo tiempo en un bar… con toda su concentración volcada en la pantalla de un dispositivo móvil. Su número vertiginosamente creciente, su hechizamiento fantasmagórico, azuzan, en aquellos que siempre han recelado de la tecnología, el recuerdo de un sinfín de películas de ciencia ficción y terror en las que un extraño virus apocalíptico estuviera transformando a la humanidad en una manada de zombis subhumanos y babeantes…
No, no estamos hablando de una pandemia zombi, estamos abordando una revolución tecnológica que ha venido para cambiarlo todo: la hiperconectividad. Ésta no hace referencia a un concepto abstracto confinado en libros especializados, es una realidad cotidiana. Vivimos hiperconectados, la pantalla se ha convertido en uno de los espacios principales del desarrollo de nuestras vidas. Comprar una entrada para el cine, observar los resultados de un partido a tiempo real, decir “te quiero” a través de un programa de mensajería instantánea, escuchar música, matar zombis (a estos si que les podemos plantar cara)… la vida bulle en nuestros dispositivos electrónicos. No salimos de casa sin ellos; sin ellos nos sentimos desnudos, completamente desamparados.
Es usual que el ser humano reaccione al experimentar cómo se tambalea la zona de seguridad social y cultural en la que ha permanecido instalado toda una vida, que desconfíe de forma natural de los cambios radicales; el hombre, al fin y al cabo, es un ser de hábitos. En ellos busca refugio frente el caos que impera en el mundo. Las revoluciones tecnológicas despiertan naturalmente su desasosiego, le hacen ponerse a la defensiva al intuir los muchos peligros que las acompañan.
Nadie va a negar esos peligros: nuevos tipos de adicción, acceso a contenidos problemáticos, despersonalización del contacto humano, nuevas formas de crimen…. Pero a cada nueva zona de sombra aparece otra de luz: oportunidad de encontrar terapias y grupos que luchan contra esas adicciones, acceso a contenidos educativos y culturales, nuevas vías de comunicación, nuevas maneras de combatir el crimen…
La tecnología es un elemento neutral hasta que es empleada en un sentido positivo o negativo. La hiperconectividad es un fenómeno irreversible, debemos aprender a convivir con ella. Para eso se hace fundamental conocerla y establecer hábitos racionales en su desarrollo. Como decíamos el hombre es un animal de hábitos, modificarlos una vez que se han adquirido, es una tarea sumamente complicada. Pensemos en por qué la adicción se denomina también hábito y en la dificultad de deshabituación a una conducta adictiva.
Por todo ello hemos de hacer hincapié en la pedagogía. No sólo enfocada a los más pequeños, sino a aquellos de nosotros que estamos asistiendo a este fenómeno con unos cuantos años a sus espaldas. Aprender qué significa la hiperconectividad, qué problemas y qué ventajas acarrea, saber cuándo conectar y cuándo desconectar, aplicar unos hábitos saludables a la hora de usar nuestros dispositivos: pausas, descansos, control del su uso en los más pequeños, planificación del trabajo… No sólo es recomendable, sino necesario. Como ya hemos afirmado estamos ante un fenómeno irreversible o aprendemos a integrarlo en nuestras vidas o puede desestabilizarlas por completo. El miedo y los prejuicios son el principal enemigo, no hacer nada cuando te ves obligado a actuar es abrir las puertas al desastre.
Fijémonos en uno de esos tecnófobos que ven zombis por doquier, un empresario de la vieja escuela que se niega a tener un smartphone, a articular una política de social media para su negocio, a adaptar su web (en el caso de que la tenga) a los dispositivos móviles… Su destino es convertirse él mismo en un auténtico zombi de esta sociedad digital, el hiperdesconectado, un ser pasivo que observa resignadamente como su negocio va perdiendo lenta pero inexorablemente competitividad y , con ella, la capacidad de adaptarse a la sociedad actual y a las necesidades de los ciudadanos que la conforman.
Puede ser que en la actualidad coexistan esos dos tipos de zombis: los hiperconectados y los hiperdesconectados, pero los primeros forman parte del futuro y, los segundos, de un pasado que va quedando definitivamente atrás.
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