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Gamificación o cómo despertar al juguetón interior

Gamificación o cómo despertar al juguetón interior

El término gamificación, del inglés gamification (procedente de game, juego), no es uno más de esos fugaces anglicismos castellanizados tan de moda en el mundo digital, refiere una nueva y poderosa tendencia  que ha venido para quedarse y transformar las bases del ámbito empresarial, en especial, del sector vinculado a los dispositivos móviles que enfocamos en este post. Títulos tan contundentes como La gamificación será en un futuro la principal forma de interacción entre cliente y empresa, nos sitúan sobre la pista de lo que se está cociendo.

La gamificación consiste en llevar mecánicas de juego a entornos donde usualmente no se desarrollan para conseguir una serie de objetivos deseados sobre las personas a las que se aplican. Dentro de la actividad empresarial, esos objetivos podrían ser: fomentar en el cliente  su fidelización,  el aumento de su motivación de compra, la participación en las campañas publicitarias, el branding (otro anglicismo, “proceso de construcción de marca”)…  En esencia, la gamificación se reduce a proponer actividades lúdicas que suponen diferentes retos y recompensas y que aumentan el vínculo, a todos los efectos, entre empresa y cliente.

Desde la psicología, pedagogía, antropología… se define el juego  centrado en la etapa de la infancia, como una actividad libre, placentera,  educativa, social, emocional… En el juego se vinculan el entretenimiento y el aprendizaje para ayudar al niño a madurar en su proceso de desarrollo personal.

La gamificación viene a ampliar el campo de acción del juego más allá de la etapa infantil para aprovechar sus beneficios a cualquier edad, en cualquier actividad humana.

Las características de los dispositivos móviles y el universo web hacen que sean un entornos propicios para implementar la gamificación porque vinculan todas las esferas de la experiencia del ser humano, desde sus aspectos más lúdicos a los más prácticos, en un medio que permite un enorme nivel de interacción. Más que permitir, en realidad fomentan que el usuario busque nuevas vivencias en las que se sienta implicado, promoviendo siempre su participación activa, su vinculación emocional. El consumidor digital ya no es ese ser pasivo del mundo analógico que recibía información y actuaba de forma maquinal en el proceso de compra; ahora se ha convertido en un actor principal del mismo y exige ejercer como tal.

¿Qué estrategias de gamificación se emplean en este mundo digital? Dependen mucho de la plataforma donde se desarrollan y el fin que persiguen. Algunos ejemplos son: programas de puntos, insignias o “badgets”, niveles de experiencia, retos competitivos, comparativas y ranking de usuarios por logros, juegos en las redes sociales,  monedas virtuales…

Como podemos comprobar, muchas  proceden del mundo de los videojuegos. Podemos decir que, sobre todo en el universo digital, aunque también habitualmente fuera de él, la gamificación utiliza técnicas del videojuego para que el usuario tenga una experiencia similar con la realidad. En cierto sentido, busca convertir la vida en un videojuego en el que no sólo somos jugadores sino sus auténticos protagonistas.

Algunos de los principales problemas que acechan a nuestra sociedad son la falta de motivación y la ausencia de compromiso.  Cada vez nos ilusionamos menos con las cosas, cada vez nos encerramos más en nosotros mismos y recelamos del intercambio social auténtico. La gamificación es un poderoso elemento para superar este clima de apatía. Se ha demostrado que aplicando sus técnicas en entornos educativos (tengamos en cuenta las contundentes cifras de fracaso escolar) se consiguen espectaculares índices de éxito.

La gamificación, al fin y al cabo, nos sugiere que hay que tomarse la vida menos en serio, en contra de esa árida concepción imperante que entiende la existencia como un proceso de asimilación de responsabilidades sin implicación emocional de ningún tipo, sin otra compensación que la certeza del trabajo bien hecho. En la gamificación se valora el destino, pero sobre todo los medios, el camino para lograrlo; fomenta el entusiasmo, la participación activa, la colaboración… Algunas voces discrepan afirmando que también patrocina la competitividad, el uso compulsivo de las plataformas digitales, la infantilización…  Está en nuestras manos, como sociedad y como individuos, educarnos y educar a nuestros hijos para tener una mente crítica y utilizar con responsabilidad las herramientas que nos proporciona el progreso. No hemos de olvidar que detrás de la gamificación se esconde uno de los principales anhelos del ser humano: mantener con vida al niño que llevamos dentro, salvaguardar a toda costa su mirada abierta y limpia de prejuicios, para concebir la realidad no como algo gris y sin sentido sino como un campo lleno de posibilidades y experiencias que merecen “la pena”, mejor aún, merecen la más grande e infantil de nuestras sonrisas.

¿Jugamos juntos?

 

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